miércoles, 30 de marzo de 2011

El caso de los vendedores ambulantes en la Ciudad de México


El centro histórico debe ser el reflejo de la grandeza de nuestros antepasados, pero no un espejo de la realidad social en que vivimos”

Me causa un poco de contradicción esta frase que leí en el texto, me parece que el hecho de que el centro histórico sea el sitio donde haya mayor concentración de aspectos culturales y económicos de la ciudad, entonces tengan que criminalizarse a las personas que buscan fuentes de empleo de forma informal. Y no me refiero a defender el hecho de que se vendan droga, piratería o armas entre las vecindades de los barrios más populares que rodean al Zócalo, sino el hecho de que la falta de oportunidad ha provocado éstas válvulas de escape.

En este sentido, una de las críticas al leer este intento del gobierno de la Ciudad de México por construir mercados para que se restablecieran los vendedores ambulantes y así evitar sus efectos, me parece un fenómenos irrevocable pues ellos indudablemente localizan otros sitios tales como parques, afuera de mercados, el metro, tianguis etc., para continuar con sus ventas y así sostener a sus familias.

Lo que propicia un choque con algunas personas, como se muestra en la lectura con la formación de un grupo denominado “Procentrico” cuyo líder es Guillermo Gazal Jafif, quien presionaba y luchaba por eliminar la venta ambulante, por las pérdidas no sólo económicas que causaba a los empresarios ya establecidos.

Una de las perspectivas con las que el autor observa éste fenómeno es el cómo los mercados fueron utilizados como una herramienta política, y describe cómo el que fuese Jefe de Gobierno, Camacho Solís, utilizó la construcción de los mercados como una palanca política, es decir, como un proyecto del “poder hacer”.

Mientras que los vendedores ambulantes han sido organizaciones que han sido fundamentales para las elecciones, pues en muchas ocasiones han servido de “acarreados” durante las campañas políticas. Digamos, que durante el mandato del PRI, hubo una relación ciertamente amistosa, donde se mantenía una relación cautelosa con los líderes y por ende, proponían alternativas de reubicación.

Me parece que siguen siendo intereses complementarios entre el gobierno y el mercado de la calle, pues de ser un fenómeno que difícilmente puede ocultarse, muchos podrían cuestionarse ¿y porqué no erradicarlo? Difícilmente podría hacerse y me parece eso causaría una peor crisis, además de que muchas familias se sostienen de ahí, sin olvidar de que su existencia es debido a que tienen una clientela específica que pueden comprar lo que ahí se ofrece, mientras que las tiendas de autoservicio, etc, quizá ofrecen productos que no alcanzan a sus bolsillos.

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